martes, 25 de marzo de 2014

Taken. Capítulo 11.

On the way to old part of ljubljana
Taken. Capítulo 11. "Ardillas enojadas y hambrientas".

Nunca realmente recuerdo despertarme por las mañanas, pero sé que ésta vez no ha sido algo usual; Simplemente abro mis ojos y miro por la ventana, terminando mi sueño abruptamente. Casi como si nunca hubiese estado dormida.
 Tomo un respiro y giro en mi cama, molesta porque siento que no he dormido en absoluto.
No he soñado con sus rostros desde hace algún tiempo.
Eran muchos, y trataba con algunos mismos regularmente, o mejor dicho, ellos trataban conmigo. No había mucho que pudiera hacer.
Empecé a soñar con ellos cuando me mudé con Lauren. Me levantaba a las tres de la mañana asustada y no podía conciliar el sueño porque estaba esperando que giraran la chapa y me dijeran que ya era tiempo. Dejé de hacerlo después de un año. Dejé de soñar con sus rostros. No significaba olvidar, pero era un progreso que yo estaba feliz de tomar.
  Pero esta noche, he soñado con uno de ellos. Un señor mayor, con barba y pelo con canas. Alto con un permanente ceño fruncido en su rostro.
 Solía asustarme como el demonio cuando tenía esos sueños, pero ahora no. Sé qué es real y qué no. Su rostro es un recuerdo. Las mantas enredadas en mis piernas, el único calcetín que tengo puesto y el otro en alguna parte de las cobijas lo son. Real son las voces que me llegan de la planta baja y el sonido de alguien botando la pelota afuera.
  Y algo que también se siente real es el dolor en mis huesos. Es mis manos y… bueno, prácticamente todo mi cuerpo. Es muy curioso cómo no tengo marcas en mis manos. Las volteo, palmas arriba, pero no hay nada más que unas pequeñas líneas blancas que se ven difícilmente.
Y es que afuera está húmedo y nublado.
Odio cuando esto pasa.
Me levanto y tomo un saco del armario de madera y me pongo mis pantunflas. Es lunes, pero no hay clases. Estoy segura de que explicaron la razón, pero estaba tan feliz que no quise saber.
Miro por la ventana porque el sonido de la pelota botando que no cesa. Y por supuesto que es Dan, porque él siempre está aquí. Como, todo el tiempo.
Bajo las escaleras sosteniendo mis manos contra mi pecho, porque duelen y se sienten frágiles. Como si me fueran a doler más con cualquier otro movimiento.
--Buenos días, queridaDice mi madre biológica, tan hermosa como siempre, con su pelo sostenido en un moño en la cima de su cabeza.
Sonrío.
--Buenos días.
Ella se detiene ahí frente a mí y nos quedamos viendo. Luego ella se inclina y me da un beso en la frente.  Sigue picando un poco y aún siento la adrenalina por mis venas, pero está bien.
--¡Oye! ¡Están dando un maratón de Reing!Dice Ally desde el sillón, aún en sus pijamas--¡Ven rápido!
Ally es la única que no está toda sentimental ahora que permito que las personas me toquen. Tengo mis dudas acerca de desconocidos, pero puedo aguantarlo cuando se trata de los Carrington.
 Marcus deja su periódico y su café en la mesa y se inclina a darme un beso en la cima de la cabeza.
--Estoy feliz de que estés aquí.
Suele decir cosas así todo el tiempo.
Nina me sonríe desde el sillón junto con Ally y yo camino hacia ahí para sentarme a su lado, pero antes de llegar a la mitad del camino, la puerta trasera se abre y Dan aparece todo sudoroso en la entrada, con un balón de básquet en su mano.
Sonríe.
--Hey, dormilona. Escuché por ahí que ahora das abrazos. ¿No hay ninguno para mí?
Se acerca con sus brazos abiertos, dejando la pelota de a lado.
Retrocedo.
--Estás todo sudoroso, así que no. No hay nada para ti.
Hace un puchero y me río de él, pero mi risa termina por el dolor en todo mi cuerpo. En especial mis manos.
--Niños, está nublado afuera. ¿Qué tal si hacemos un picnic en el parque? No creo que se vuelva a nublar de nuevo en un tiempo.
--Va a lloverLe digo, sentándome enseguida de Ally.
--¿Y tú cómo sabes?Pregunta Dan--¿Y por qué tienes las manos cruzadas sobre tu pecho como si fueras la momia?
Hago una mueca, porque sé que lo que voy a decir no les va a gustar.
--Me duelen las manos. Bueno, me duelen todos mis huesos.
--Oh, cielo. ¿Necesitas ir al hospital? ¿Qué ha pasado?Dice Maggie, mirándome.
De hecho todos me miran.
--No, está bien. Pero gracias. El dolor se irá con la humedad.
--¿Por qué?Pregunta Ally--¿Por qué te duele?
No quiero contarles. No quiero arruinar este pequeño espacio de felicidad con la horrible verdad que ellos ya saben de cualquier manera.
  Pero decir las desgracias en un día tan feliz hace que todo se arruine.
Me encojo de hombros.
--Duele a veces, cuando llueve. Es todo.
--No entiendoDice MarcusEso no es normal.
Es cuando Nina, la niña buena e inteligente, abre la boca, mirándome fijamente.
--Cuando hay un cambio de clima, templado o cuando llueve o va a llover, las personas mayores que tienen problemas con articulaciones sientes dolores en los huesos. Las personas que no son mayores, es porque han sufrido bastantes daños en su estructura ósea. Y su cuerpo siente el cambio de clima representándolo como dolor. Son como las personas del clima.
  Siento como la atmósfera agradable del asunto lentamente se desinfla para traer la pena y el sufrimiento.
Me niego a mirarlos, a ninguno de ellos. Miro hacia la televisión, admirando esos vestidos hermosos que en más de una ocasión he querido arrancárselos y quedármelos para mí.
--Una vez me fracturé un huesoDice Dan, dejándose caer a mi lado como si tal cosa.
 Como si mis manos y el resto de mi cuerpo no dolieran porque fui machacada muchas veces.
--¿Una vez?-Resopla AllyTú te has pasado más tiempo en el hospital que Nina y yo juntas.Ella me miraEste perdedor se metía en peleas todo el tiempo, y cuando aún no tomaba sus pastillas, estaba en basquet y terminó derribando a varios chicos. Se metió en una pelea y tuvieron que llevarlo al hospital.
--¡Al menos yo no me rompí un hueso cayéndome de la banqueta, perdedora!
--¡Para tu información, estaba resbaladiza!
--¿Qué tan difícil es mantener el equilibrio en una superficie plana?
Me encuentro riéndome.
  Me doy cuenta de que no importa con ellos. Para Nina sigo siendo su hermanita; Para Ally su nueva compañera de casa; Para Dan hermanita fea y molesta que tiene que proteger.
  Soy malditamente de tener a todas estas personas.
Estoy tan distraída en mis pensamientos que no noto que Dan me ha hecho una pregunta.
--¿Qué?
--Qué si quieres ir al cine. Estamos pensando en ver esa nueva película que salió la semana pasada.
--No puedo. Es el cumpleaños de la hermana pequeña de Aisslin y me invitó a comer pastel.
--Hablando de dulceDice NinaTengo una barra de chocolate en el refrigerador. Y no les voy a dar.
Se levanta del sillón. Ally la mira marcharse y luego se levanta corriendo.
--¡Yo quiero!
Dan rueda los ojos a ellas y luego me mira, siguiendo nuestra conversación.
--¿Conoces a su familia?
--Fui una vez a su casa. Aunque no conocí a su padre adoptivo porque estaba fuera de la cuidad por trabajo y gracias a Dios tu ex novia psicópata no estaba. Es una perra neurótica.
Se ríe.
--¿Me vas a traer pastel?Pregunta Dan, haciendo un puchero.
Se le hace un hoyuelo en la barbilla que nunca había visto antes y tengo el impulso de estirar mi mano y acariciarlo. Incluso me imagino a mí misma haciéndolo, pero sacudo la cabeza y sonrío.
--No. Perdedor.
Frunce el ceño.
--Desagradecida. Yo te hubiera traído pastel.
Levanto la ceja.
--Lo haría. Me lo hubiera comido en el camino, pero la intención es lo que cuenta, ¿No crees?
Ruedo los ojos y él me besa la cabeza antes de levantarse y salir al patio, botando la pelota.



                                                             




Cuando termino de arreglarme y bajo las escaleras, escucho a Dan aún jugando afuera.
--¿Sigues aquí?
Levanta la mirada para encontrarse con la mía y sonríe.
--Te ves bien.
Sonrío.
--Gracias.
Vuelve a botar la pelota y la tira. El balón entra a la canasta y rebota unas veces en el suelo antes de volver a tomarla.
--¿Recuerdas las medicinas que he estado tomando?
Asiento.
--Me están bajando las dosis. Pronto espero estar sin ellas. Pero eso significa mucho deporte, así que supongo que la mayoría del tiempo me verás sudado.
--Genial, ahora te vas a poner bueno y vas a andar de presumido por ahí.
Abre la boca, ligeramente ofendido.
--¿A qué te refieres con “Te vas a poner bueno”? ¡Yo ya estoy bueno!
--No tanto.
Él deja caer la pelota y dobla su brazo en un ángulo en donde puedo ver sus músculos.
--¿Puedes ver esto y decir que no estoy bueno?
--Eres un arrogante.
--Y tú eres… Tú eres…
--¿Qué?Digo, recogiendo la pelota.
--Bajita.
Levanto las cejas, sorprendida, y miro a mis pies.
--¿Incluso ahora? Estoy usando botas de tacón.
--Incluso con esas me llegas a la nariz.
Le saco la lengua y le lanzo el balón. Conversamos un rato (Porque aún tengo tiempo) , siguiendo una rutina en la que él tira la pelota a la canasta y si cae a mi lado yo la tomo para dársela. Y luego empieza de nuevo.
--Hay algo que quiero preguntarteMe dice abruptamente, en medio de una conversación sobre la escuela.
Me sorprende un poco.
--Okey.
--Tus hermanas me dijeron que no te dijese nada porque probablemente no estuvieras lista para hablar de ellos, pero… Yo…
 Está nervioso. Siempre empieza a balbucear cuando está nervioso.
--Ya suéltalo, caray.
Exhala.
--Quería preguntarte sobre antes. No tienes que contestar si no quieresAñade rápidamente.
--¿Sobre antes? ¿A qué te refieres?
Tomo la pelota en el suelo y se la paso. La toma y encesta rápidamente.
--Después del día en la feria.
 Levanto las cejas en sorpresa, porque nunca realmente nadie me ha preguntado sobre ello. Lauren no insistió y Jay pensó que no quería contar así que no se molestó en preguntar. Dan ha sido el único.
 Y es que no quiero recordar para así decirle.
Hay una puerta.
En mi cabeza, hay una puerta. Es de color roja; Más o menos el doble de mi altura, madera color rojo y una chapa dorada y rasguñada.
Me gusta la idea de abrir ventanas. A pesar de que tengo demasiado miedo como para abrir una, me gusta ésa idea de que las ventanas son oportunidades y necesitan ser abiertas. Estoy casi segura de que existe algo similar con respecto a las puertas.
Pero la puerta roja en mi mente nunca puede ser abierta.
Sé que hay muchos peros en mi vida. Y todos ellos pueden ser derrumbados. ¿La cosa del contacto? Hecho. ¿La cosa de los espacios pequeños con otra persona? Hecho.  Sin embargo esa puerta es algo que quiero que se mantenga cerrada. Hace años decidí dejar de arrastrarme y meter todo el dolor y los rostros de aquellas personas que me hicieron daño, y todas aquellas armas de tortura en el suelo, esperando. Siempre esperando. Lo metí todo ahí dentro y metí la llave en la cerradura. Entonces la giré. Metí la llave en mi bolsillo y me di la vuelta.
Así que sí. En mi vida, hay una puerta.
Una vez que la abra, no puede volver a cerrarse.
  Pero ahora, mirando en los ojos de Dan, me siento a salvo. Así que le hago frente.
A mi puerta roja. A la llave en mi bolsillo. A las cosas que un día supe y que decidí olvidar. Pero esto es mentira: Nunca las olvidé. Simplemente las escondí en algún lugar en mi mente, detrás de una imaginaria puerta roja.
Puedo no decirle nada. Puedo mantener la puerta cerrada.
Pero no quiero. No me hace feliz la idea de abrirla, pero quiero que él sepa. Si alguien alguna vez va a saber sobre ello, tiene que ser él. Porque sé que va a guardarlo. Confío en él.
Quiero que entienda.
Espero que entienda.
Sé que voy a sufrir, pero está bien. Por primera vez, está bien.
Entonces, pasa. Finalmente. Abro la puerta:
 Me agacho para tomar la pelota y en vez de pasarla, encesto. Él atrapa la pelota y me mira.
--No sé quién era la mujer que me tomó. Cuando finalmente salí de ese lugar, Lauren se encargó de encerrar a todos y nunca quise saber los detalles. Pero sé que empezó con una mujer. Ella me encontró en la feria y me dijo que me ayudaría a llegar a casa. Pero me llevó a la suyaHado una pausaTenía una enfermedad mental. Era psicópata sin medicamentos y había perdido a una hija. Supongo que al verme le recordé a ella y decidió tomarme. Su esposo, él trabajaba fuera e iba a casa unas cuantas veces al mes. Creo que había una enfermera cuidando de la esposa, pero supongo que se deshizo de ella. Tal vez la mató, quién sabe.
  Le hago señas ha dan para que me de la pelota, y él lo hace. Me pongo de puntillas y encesto de nuevo.
--Pretendió que yo fuera su hija por unos meses, y en ese tiempo la pasé no tan mal, ¿Sabes? Podía ver la televisión y tenía una cama donde dormir por las noches e incluso me compró una muñeca. Estaba asustada como el infierno y no quería nada de eso, pero ahora que miro atrás recuerdo que esos fueron los buenos tiempos. Cuando el esposo se dio cuenta de lo que ella había hecho se volvió loco. Me miró y empezó a gritar más. Quería llamar a la policía, pero no quería que encerraran a su esposa. Todavía la amabaDan me pasa de nuevo la pelota y una vez más la tiro, sólo que no encestoAsí que le llamó a este amigo que trabajaba en la CIA. Ofreció deshacerse de mí y nadie sabría lo que había pasado. Pensé que me ayudaría a regresar con mis padres. Recuerdo eso.  Recuerdo la esperanza. Y como ves, no fue lo que pasó.
 La pelota viene y va entre nosotros, y puedo sentir el calor de su mirada en mi cara, pero no lo miro.
--
Su trabajo era torturar a personas que atentaban contra seguridad nacional, como terroristas. Vi a varias personas mientras estuve ahí. Y pensó que era perfecto, ¿Sabes? ¿Una niña desaparecida? Nadie iba a sospechar si me tomaban. Yo era sólo otra en el montón de desaparecidos.
--¿Pero para qué te querían?
--Al principio no hicieron nada. Pero entonces los prisioneros que tenían presentaron resistencia a su tortura. No hablaban. Sólo soportaban. Y eso no era lo que ellos querían. Ellos querían un dolor tan insoportable que los hicieran gritar la información. Fue entonces cuando yo entré: Necesitaban nuevas técnicas y yo ya estaba ahí, así que, ¿Por qué no? ¿Por qué no a la niña a quién nadie iba a extrañar?—Tomo aire temblorosamente—Hubo algo que, no sé si surtió efecto en los demás, pero sí que surtió efecto en mí. Descubrieron que el dolor físico no lo es todo: Con el tiempo sanaba, cicatrizaba. Pero la tortura mental era otra cosa. Cuando lo mezclas, bueno… No fue bueno. Ellos cortaron mis muñecas. No grandes cortes que alcanzaran una arteria, sino pequeños y dolororos. Uno después de otro. Y eso era lo peor.
  Finalmente me atrevo a mirarlo.
Cierra los ojos y después los abre, con disturbio en sus ojos.
--No entiendo.
--Lo hicieron por días, Dan. Y al final, suplicas. Es lo peor: Suplicas para que lo corten por completo.
--¿Por qué?—Su tono falla y se rompe.
--No lo sé. Supongo que si cortan tus muñecas por completo ya no pueden cortarlas más y entonces el dolor acabará. Pero cuando empiezas a suplicar, sabes que lo has perdido.
--Es horrible.
--Lo sé.
Nos quedamos en silencio unos minutos.
--¿Cómo olvidaste?
Me encojo de hombros.
--Se llama aislamiento: Te ponen en una habitación oscura y vacía por semanas, tal vez meses, y entonces… Empiezas a perderlo. Empiezas a olvidar, e imaginas cosas y no puedes distinguir lo real de lo falso cuando sales. Tuve un momento difícil para recordar cuál era mi nombre.
--¿Cuánto tiempo estuviste ahí?
--No lo sé. El tiempo dejó de tener un significado ahí dentro, en la oscuridad. Pudo ser una hora o un año. ¿Quién sabe? Estuve ahí en un tiempo. Y cuando Lauren me encontró, tardé casi un año para ponerme cuerda.
--¿Cómo lo hiciste? Estar tan cuerda como estás ahora. ¿Por qué no estás gritando o perdiendo tu cabeza?
--No siempre fui de la manera en que soy ahora, Dan. Sé que piensas que soy asustadiza, y es cierto. Lo soy. Pero el primer año y medio con Lauren fueron los más difíciles. No sabía en quién podía confiar, no sabía si volverían a hacerme daño y me daba un paro cardiaco cuando la perilla de la puerta giraba. Solía esconderme en closets y dormir ahí porque no me sentía segura. Gritaba y lloraba, y ciertamente le di un mal momento a Lauren. Es un milagro que haya decidido quedarse conmigo después de toda mi locura. Yo era inestable. Tuve que tomar pastillas que me adormecían para así estar tranquila, y con ayuda profesional fui saliendo poco a poco. Y luego encontré una manera de estar tan sana como podía: Escondí todo detrás de una puerta.
--¿Una puerta?
--Una puerta metafóricaAsientoEscondí todas las cosas que recordaba sobre lo que pasó cuando estuve lejos, las cosas antes de Lauren. Las encerré detrás de una puerta y juré nunca abrirla de nuevo.
--Pero ahora…--DiceConmigo…
--Decidí abrirla. Para así poder contarte. Para que pudieses entender.
--No tenías qué decírmelo si no querías.
Medio sonrío.
--Oh, Dan. Yo nunca haría algo que no quisiese hacer. Pero confío en ti.
Cuando lo miro de nuevo, veo dolor en sus ojos. Dolor abrazador que quema como una llama, todo detrás de sus pestañas.
 Él da unas zancadas de repente y envuelve sus brazos alrededor de mí. Presiona sus labios sobre mi frente y siento que me tiemblan las piernas, pero no por lo usual, sino porque encuentro alucinante estar entre sus brazos.
 De repente no estoy segura si quiero que me suelte. Mi estómago empieza a hacer estas cosas raras a lo que le llaman mariposas, pero se sienten más como ardillas enojadas y hambrientas. Mi corazón empieza a latir un poco más fuerte y mi cabeza se siente llena de algodón.
Y eso me asusta como el infierno. Pero no dejo que él lo sepa.
--Es una mierdaMurmura, apretando fuerte sus brazos contra míLa vida es una mierda.
--Puede serAdmitoPero también es bonita. Está llena de esperanza. Esperanza en que podemos ser mejores. En que no todo tiene que ser malo.
 Se para sus boca de mi frente y me mira. Tengo que estirar el cuello y echar la cabeza hacia atrás para mirarlo, porque Dan es una jirafa. Lo que encuentro en sus ojos me hace dudar de mi decisión.
 Porque es aún más alarmante.
 Veo amor. Incluso más brillante que el amor en los ojos de Lauren y Jay cuando me miran. Es diferente. Es… Es…
Oh, mierda.



--Sthep Stronger.
Ya. Sé que ando desaparecida, pero tengan encuenta de que ambas nos vamos a graduar. Exámenes de admisión, el Ceneval (Ni siquiera estoy segura si así se escribe) y los examenes empiezan desde esta semana, la siguiente, y tal vez la que sigue después de esa. Así que en mis tiempos libres me gusta tirarme a ver Mentes Criminales.
 Hago lo que puedo.

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