viernes, 18 de octubre de 2013

Red Thread. Chapter III

III

El chico que "amablemente" me había ayudado ayer por la falla de mi carro, a media carretera, estaba ahí, a unos metros mirándome como si tuviera monos en la cara.
¡Se suponía que nunca lo volvería a ver, demonios!
Dejé de mirarlo en el momento que volvió a poner su estúpida sonrisa torcida. Maldito.
-Ahora vengo, quédense aquí.-les dije a las chicas en tono severo.
-Uhhh, Sienna ya consiguió acción para esta noche.-dijo Suzie cuando me dí vuelta y caminé hacia el chico del trasero bueno.
-¿Me estás siguiendo?-dije cuando me paré justo enfrente de él.
-Hola, ¿cómo estás?-dijo sarcásticamente.
-Déjate de juegos, ¿me estás siguiendo, si o no?
Yo era la clase de chicas que tenían muy poca paciencia, y en éste momento, paciencia ya no tenía.
-No, ¿tú me estás siguiendo?- dijo con una sonrisa
Ugh.
-No, ¿porqué lo haría?- dije frunciendo el ceño.
-Hmm, no lo sé, ¿por qué soy extremadamente sexy, tal vez?
Me mordí el labio para no reír, todo ésto se volvía demasiado estúpido.
-Eres un idiota..- murmuré viéndolo a los ojos.
-Eso es lo que dicen.- suspiró.- Soy Ian.
-Ah.- respondí con indiferencia, en realidad no le había preguntado su nombre, no me interesaba en lo absoluto, o bueno, sí.
-¿No me vas a decir el tuyo?
-No.-contesté simplemente mientras me encogía de hombros.-¿Porqué lo haría?
El se rascó la ceja con el meñique y frunció el ceño.
-Tal vez por que te arreglé tu carro anoche...
-¡Dios mío, solo necesitaba agua! No hiciste gran cosa.
Ian puso los ojos en blanco.
-Cosa que tu no sabías, y aunque lo hubieras sabido, no traías agua.
-Hubiera pasado otra persona, eventualmente.- dije como si fuera obvio.
-Hubieras esperado más y la persona posiblemente fuera un verdadero pervertido.
Touché.
-Soy Sienna.-dije poniendo los ojos en blanco.
El sonrió como el gato de Cheshire
-Así que... ¿Vives aquí?-me preguntó casualmente.
-Me acabo de mudar, ayer precisamente.
-Oh, bienvenida.
Me miró a los ojos de una manera que me sentí extrañamente incómoda, que hizo que apartara los ojos inmediatamente.
-Gracias. Hmm, ¿podrías dejar de mirar así?
-¿Así cómo?- preguntó mirándome con mas intensidad.
-¡Así!
El se soltó riendo.
-¿Quieres que cierre los ojos?
-No pero.. Ugh, eres un idiota.
El puso lo ojos en blanco.
-Entonces deja de decir que pare de mirarte.
-Ugh, eres demasiado...-comencé a decir pero una chica asquerosamente hermosa, tomó el brazo de Ian y le sonrió.
-¿Nos vamos, amor?.- le preguntó y luego me miró a mi entrecerrando sus ojos de arpía.
De un momento a otro, la chica estaba besando a Ian con devoción.
-Busquen una habitación.-murmuré mientras los dejaba atrás.
No sé por que sentí una leve punzada de dolor en el estómago, este chico, minutos atrás había estado coqueteándome mientras tenía de novia a una verdadera perra anoréxica. Debía admitir que Ian tenía su encanto y en un momento pensé que me gustaba, pero que se vaya a la mierda, él y su perra anoréxica.
Cuando llegué con las chicas, ellas me miraron con compasión y se sentaron a mi lado.
-Es un estúpido.- dijo Suzie por lo bajo.- Estará guapo pero no deja de ser un idiota, o sea, coquetear contigo mientras tiene su plástica novia Barbie. Éso no dice nada bueno de él.
Scout resopló y volvió a ver atrás en donde, creo yo, que estaban los tórtolos.
-No puede ser!- dijo Scout de repente ya antes de que dijéramos alguna cosa, continuó.- Es la perra de Laurent.
Puse los ojos en blanco.
-Ah, que emoción.-dije sarcásticamente.
¿Para qué diablos quería yo el nombre de ella? Ridículo.
Suzie miró de nuevo hacia atrás y gruñó.
-Chicas, ¿a mi que diablos me importa como se llama?
Scout sonrió.
-Todos en el pueblo saben que Laurent es la perra mas grande del universo, no tiene novio y ha tenido algunas alarmas de embarazo en estos últimos meses.. Ella se le mete a cualquiera, así que..
-El chico está disponible para tí.- terminó Suzie moviendo las cejas sugestivamente.
-Ian no me gusta.- dije mirándome las uñas.
Scout y Suzie hicieron un sonido de burla y yo me ruboricé.
-¡Si te gusta!
Moví la cabeza a los lados rápidamente dando la negativa.
-Claro que sí.- dijo Suzie riendo.
-¡Claro que no, apenas lo conozco!- grité roja de vergüenza.
Mierda, estas chicas estaban dementes.
-Yo fui a una cita a ciegas con un chico que apenas conocía y ésa misma noche terminé en su cama.- dijo Suzie seriamente mientras nos miraba a los ojos.
-Pero por que tu eres una zorra.- respondió Scout poniendo los ojos en blanco.
Suzie le hizo un ademán con las manos.
-Que te den, perra.
Me reí.
-¿Nos vamos? - pregunté al ver que ya había mucha gente y eso me estaba poniendo algo nerviosa.
-Está bien.- dijo Suzie sonriendo.
Salimos de la carpa y nos azotó un fuerte viento helado.
-Mierda, no traigo un suéter.- dijo Scout cruzando sus brazos cubriendo su pecho.
-No eres la única.- comenté mientras Suzie y yo cruzábamos los brazos al igual que Scout.
El día había estado perfecto, soleado y bastante caluroso. Nunca me hubiera esperado a una noche fría.
Caminamos un rato por la zona en donde estaban los puestos de comida buscando algo que comer. No había nada bueno, era todo Hot Dogs, piernas de pavo rostizadas y esa  clase de comida americana.
Cuando por fin decidimos comer algo, encontramos a Luca junto a los chicos sentados en una mesa, comiendo plácidamente.
Fuimos a donde estaban ellos y cada una se sentó a lado de un hombre. Scout se sentó junto a Patrick, Suzie junto a Alan y yo junto a Luca.
Él estaba comiendo una pierna de pavo rostizada llena de salsa BBQ.
-Eres asqueroso, Luca.- dije frunciendo el ceño
-¿Quieres?- ofreció poniendo la pierna cerca de mi cara.
Me encogí de hombros y le dí una mordida.
El me miró divertido y yo me reí.
-Sigue siendo asqueroso, solo tengo hambre.- dije dándole otra mordida.
El resto de la noche transcurrió muy bien, comimos porquerías mientras hablábamos de cosas random, realmente me gustaba estar con ellos.
-¿Y de dónde son? ¿De dónde vienen?- nos preguntó Alan interesado.
-De Italia, pero nos acabamos de mudar de Las Vegas.- contestó Luca.
-Oh Dios mío! ¿Son realmente italianos?- preguntó Suzie
-Oui.- contestó Luca
Le di un pequeño golpecito en el hombro, mientras todos los demás se reían por su ocurrencia.
-Si lo somos, pero somos americanos desde hace 16 años.- dije
-¿Cómo pudieron venir a este pedazo de porquería que es Estados Unidos?- dijo Patrick pegando un puñetazo a la mesa.
Me encogí de hombros.
Hubo un gran silencio.
Era mas normal encontrar a un británico en USA que un italiano y siempre que decíamos en donde habíamos nacido se quedaban perplejos. ¿Cuál es su maldito problema?
-Vaya...-dijo Scout rompiendo el silencio.-¡Tenemos amigos italianos! ¿Podremos ir a su casa a comer pasta?-gritó eufórica.
-Claro.- dijo Luca y yo embocé una sonrisa torcida.
Ellos sonrieron.
Al final de la noche, intercambiamos números y nuestras direcciones. Nadie se quería ir todavía, pero ya se acercaban las 2 de la mañana y el límite de las chicas era mas tardar a la medianoche, por lo que al ver la hora, salieron pitando del lugar.
Los chicos, en cambio, no tenían ya nada más que hacer por lo que acompañaron a las chicas a su casa.
Luca, como el lindo hermano mayor que es, se puso sus patines y se fue, dejándome sola en la feria, poniéndome los patines.
Cuando por fin me los pude poner, patiné por toda la acera hasta que alguien chocó conmigo y yo me caí al piso.
-Demonios.- gruñí. Tenía mi mejilla pegada a la fría acera.
-Oh, santo cielo.- dijo una voz que extrañamente ya conocía.-¿Sienna,estás bien?
Se arrodilló a mi lado y de haber podido hubiera rodado los ojos.
-Ugh, claro que no estoy bien pedazo de idiota.-gruñí.
-Lo siento, de verdad, no quería, bueno, tu sabes..- comenzó Ian.
-Sí, yo también lo siento.- dije sarcásticamente mientras intentaba levantarme, pero no podía hacer mucho, traía patines y además un estúpido vestido, no podía hacer cualquier movimiento por que mostraría mi trasero a todo el mundo.
Ian se quedó mirándome.
-¿Qué diablos esperas? ¡Ayúdame, idiota!-le grité.
Y el rápido reaccionó. Me tomó del antebrazo y me levantó fácilmente.
Ya estando parada lo miré mal y seguí patinando.
Escuché que caminaba detrás de mí, pero no le di importancia. Tal vez si lo ignoraba, el se cansaría y se iría.
-Déjame acompañarte a casa.- dijo
¿Qué esta noche nunca se acabaría?

-Lizz. 

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