martes, 5 de marzo de 2013

Reckless. Capítulo 14.


 
Reckless. Capítulo 14. "Natalie Scott".

                                                   
--¿Deborah? He llegado a casa.
¿Dónde se ha metido esa mujer?
Casi subo las escaleras para comprobar que se ha ido, pero luego la oigo suspirar. No estoy segura de dónde está, así que la llamo de nuevo.
--Estoy aquí, cielo.
Cuando me meto a la cocina, la encuentro sentada en el piso recargada contra la encimera. No sé qué me sorprende más; Que esté ella, sentada en el suelo, cosa que siempre nos había regañado a Charlie y a mí si lo hacíamos, o que ella está… Tomando y fumando.
  Me quedo ahí parada, mirándola. Quiero decir, fijamente.
--¿Primero te enojas porque fumo y tomo y tú lo estás haciendo a la vez? ¿Pero qué carajos estás pensando, pues? Se supone que tienes que ser un ejemplo, Deborah. ¿Y  por qué estás haciendo esto, de cualquier manera?
 Ella me mira desde abajo.
--Estaba bloqueadaExplicaY tú no tienes derecho para hablarme así.
--Tengo derecho si estás rompiendo tus propias reglas.
Me agacho para tomar el paquete de cigarrillos que son míos y el ron que Charlie ha guardado en la cocina desde siempre, que no me he atrevido a tomar porque sé que se dará cuenta y me traerá bronca.
Pero entonces mi madre dice:
--¿Alguna vez piensas en él?
Cosa que me hace quedarme ahí, en cuclillas, como una roca.
--¿De quién?Pregunta, haciéndome la tonta.
--Tu padre.
Exhalo y me dejo caer junto a ella.
--¿Y tú?
--Todos los días de mi vidaResponde, sonriendo tristemente. Después deja que su cabeza de cabellos oscuros caiga sobre la encimera.
Entonces las palabras salen de mi boca, y tardo un segundo en darme cuenta de lo que acabo de decir:
--¿Por qué no llamaste, mamá?
A lo mejor su cara de sorprendida es por la pregunta en sí, o por la parte en la que finalmente la llamo “Mamá”. Quizá por ambas.
--Ellos no me dejaron comunicarme con el mundo exterior mientras estaba en rehabilitación. Fue duro.
   Una oleada de rabia atraviesa mi cuerpo.
--No soy estúpida, Deborah. Eso fue las primeras semanas de rehabilitación. Después pudiste haber llamado. Leí los folletos. Hablé con la directora de la institución. No soy estúpidaRepito.
Se me queda mirando y acerca el cigarro a la boca. Estoy tan enojada que le arranco el cigarrillo de las manos y lo tiro al otro lado de la cocina.
--¡Responde, maldita sea!
Ella entrecierra los ojos.
--Lo siento, Ridley. Pero yo tenía que…
--¡Tú tenías que cuidar de nosotros!Le grito, totalmente enfurecida--¡Tú tenías que ver por nosotros! ¡Es lo que los padres tienen que hacer, ellos tienen que cuidar de sus hijos! ¡Pero tú…! ¡Tú ahora tienes que crecer! ¡Crece, maldita sea!Me levanto y le quito la botella y los cigarrillos--¡Tú tienes que ser la madre! ¡Tienes que dar el chingado ejemplo! ¡No puedes derrumbarte como si nada las veces que se te antojan! Porque, ¿Adivina qué? ¡Tienes responsabilidades! ¡Tienes que detenerte de dejar caer todo sobre Charlie! ¡Es tu hijo! ¡No se supone que tengas que arruinarle la vida! ¡A nosotros! ¡Tú me arruinaste! ¡Tú…!
  Entonces tengo que detenerme por dos cosas: La primera es porque siento unos brazos rodearme desde atrás, dejándome inmóvil. La segunda es porque estoy cansada, y he dado cuenta de que no voy a llegar a ninguna parte.
 No importa cuántas veces le grite la verdad a mi madre, ella no avanzará.
Ella seguirá en el piso llorando como lo está siendo en este momento. Ella seguirá siendo débil. ¿Por qué tiene que ser débil?
  De repente toda la energía en mi cuerpo se esfuma y yo también soy débil. Porque quiero llorar como mi madre lo hace en este momento.
Pero no lo hago.
--Mamá, creo que tienes que ir a tu habitaciónDice la persona que me sostiene desde atrás.
 Mi hermano Charlie.
Ella se lamenta en el suelo, pero no se mueve.
--MamáDice Charlie, en tono severo.
Ella se levanta, aún débil.
Y me doy cuenta de que no quiero ser como ella. Nunca.
Se me da mejor insultar.
 Mi madre se levanta y sale corriendo por las escaleras, como una niña pequeña. Y Charlie no me suelta. Me aprieta más fuerte y siento su respiración en mi oído.
 De alguna manera se lo agradezco.
--¿Estás bien?
Asiento. Luego lentamente me suelta. Me giro para mirarlo a los ojos, y lo encuentro mirándole fijamente.
--No te voy a decir que lo que hiciste estuvo bienMe dice, después de un minuto.
Me recargo sobre la isla y respiro fuerte.
--¿Tú que estás haciendo aquí? Se supone que tienes que estar en clases.
--Olvidé algunas cosasDice, acercándose a  mí lentamente. Como si intentara calmar a un tigre furioso.
  Supongo que se acerca.
--Llegué aquí más o menos cuando le estabas diciendo que no eras estúpidaProsigue.
Ladeo la cabeza y lo miro fijamente.
--¿Y me vas a decir que no piensas que tengo razón?
Pone una mano en su barbilla y la otra en su cintura. Luego mira hacia las escaleras, como preocupado de que Deborah pudiera escuchar algo.
--Mira, Ridley, te entiendo. ¿De acuerdo? Pero no creo que hundiéndola más es la manera de dejarla “Crecer”.
Parpadeo.
--¿Disculpa?
--Tienes que dejar de atacarla, Ridley. Creo que tú también tienes que crecer. Tienes que dejarlo atrás.
Me quedo sin aire.
No puedo creer que me esté diciendo esto. A mí.
--Le digo, aunque suena más como una preguntaTú, Charlie, tú, puedes irte al carajo.


                                                                        
                                                                     
 




--Hola. Humm… Lo siento. ¿Estoy interrumpiendo? Yo no quería…
Harry me sonríe y agita la cabeza.
--Nada de eso. ¿Me extrañas tan rápido, Ridley?
Ruedo los ojos. Aunque me doy cuenta de que debo parecer pegadiza, porque justo hace como una hora él me dejó en casa. Hace unas tres horas él me llevó con mi psicóloga. Y unas cinco horas atrás él me besó. Enfrente de Max. De toda la escuela. En público.
 Sacudo la cabeza, intentando desvanecer los hechos.
--Yo… Necesitaba salir de casa. ¿Estás ocupado?
Me sonríe y se mueve para dejarme pasar a la casa de sus tíos.
--¿Quieres pasar?
 Se oyen voces de mujeres en la cocina.  Debe ser su tía y su prima. Huele muy bien, lo que sea que están haciendo. Y la televisión está encendida. Un juego de basquetbol es lo que se oye en toda la casa. Quién sea que esté jugando, al parecer lo hace muy mal.
--Ah… ¿Es una buena idea?Le pregunto cuando tengo un pie en la casa.
--Claro que sí. A mi tía le dará un infarto cuando conozca a mi noviaMe hace burlaPero estarás bien. Te dejará en paz en algunos momentos.
  Eso hace que me quede parada ahí.
--¿Sabes qué?Le digoCreo que no es una buena idea.
Estoy a punto de girar para marcharme cuando él me toma de la mano y me jala dentro.
--Vamos, no muerden.
--Es que no… ¡Es tu familia!
--¿Y qué tiene?
--Que no. Ellos son normales, y yo…Mira, no. ¿No podemos ir a algún sitio, o algo?
Me jala del brazo de nuevo y sonríe.
--No. Además no tienen nada de normales. Si crees eso, espera conocerlos.
Cuando estoy a punto de negarme de nuevo, alguien lo llama. Una señora menuda con un delantal con un pastelillo dibujado aparece frente a nosotros.
 Y luego sonríe.
--¿Eres Ridley?
Me quedo quieta un segundo. Luego me doy cuenta de que mi nombre es Ridley. Me está hablando a mí.
Casi me quiero golpear a mí misma.
“Detén la torpeza, Rid. Detenlo”.
Sonrío.
--Sí.
Entonces ella me está abrazando.
--Mi nombre es Cordelia. Pero me puedes llamar Cora. Todo el mundo lo hace. Tengo que decir que Harry me tenía muy escondido que tenía una novia, pero luego que me enteré no  pude dejar que se quedara callado. ¡Nunca me dijo que eras tan guapa…!
  No deja de hablar. Está halagándome y dirigiéndonos a Harry y a  mí hasta la cocina. Me giro para mirar a Harry, que me sonríe, un tanto burlón.
 Cuando llegamos a la cocina me encuentro al resto de la familia. Supongo que la tele está encendida para hacer ruido, porque el tío de Harry está ahí sentado hablando con la chica, que supongo que es la prima de Harry… No sé cómo reaccionar cuando me doy cuenta de que esa chica menuda y rubia con lentes de montura gruesa es la chica de la otra vez en el baño. La chica que Kimera espantó.
  Ambos me miran.
--¡Es la novia de Harry!Canturrea su tía. O, perdón, Cora.
El señor me sonríe.
La chica me mira y luego aparta la vista, pareciendo un poco avergonzada.
--Wendy, ¿Verdad?
La rubia se queda con la boca abierta. ¿Qué tiene de malo que me acuerde de su nombre? Oh, bueno. Supongo que es lo que me gano por ser tan fría con las personas que no son mis amigos.
   Wendy aún no me contesta. Se queda callada, mirándome fijamente.
--¡Wendy!Le regaña su madre--¡Responde!
Wendy sonríe un poco, aún luciendo avergonzada.
--Hola. Tú eres Ridley.
Sonrío.
--Soy yo.
Y luego aparta la vista de mí.
Bueno, supongo que tengo que romper la tensión… No, no. Espera. ¿Porqué yo tendría que hacer eso? No es como si yo quisiera que fuera mi amiga. Porque ciertamente Harry no es mi novio. Y no sé qué estoy haciendo aquí ahora. ¿Conocer a su familia? Dios, Ridley, Dios. ¿En qué te has metido?
  El señor se levanta y se presenta. Su nombre es John. Después de eso Harry se excusa y salimos de la cocina. Puedo ver claramente cómo todos en la habitación le lanzan la mirada de “No hagan nada indebido”.
 Pssss… ¡Si ellos me conocieran, no me dejarían poner ni un pie en esta casa…!
Wendy. ¿Le dirá ella a sus padres que soy una zorra? ¿O qué exactamente le ha dicho Harry sobre mí para que ella guarde sus palabras?
   Harry me lleva a su habitación. Es un cuarto pequeño, con un clóset, una cama y un escritorio. Harry no ha pegado posters ni nada. No habría ninguna señal de que Harry estuviera viviendo aquí de no ser por todos los papeles en todos lados, los libros amontonados en fila sobre una mesita al lado de su cama y su laptop sobre el escritorio, que está prendida.
--¿Sabes, guapo? Tu familia allá abajo están malentendiendo esto taaaantoLe comento, arrastrando la A.
 Me sonríe de vuelta, mientras se agacha para buscar algo debajo de su cama.
--Pero saben que soy bueno.
--Porque no saben que soy una mala influencia.
Se ríe a carcajadas y yo me siento en la silla de madera de su escritorio.
--¿Tu? ¿Una mala influencia para mí? VamosSe burla.
Levanto una ceja.
--¿Qué? Soy como, la encarnación del mal.
Se levanta sólo para ver mi cara y luego ríe y se vuelve a agachar debajo de la cama.
--¿Qué buscas?
--Estoy buscando… Unos papeles. No sé dónde están.
Frunzo el ceño.
--Cariño, tienes todo lleno de papeles. ¿No deberías, no sé, hacer una limpieza? ¿Qué buscas, de cualquier manera?Pregunto, mientras estiro la mano para alcanzar uno de las muchas hojas blancas y de cuaderno metidos debajo de carpetas y cuadernos.
  Miro la hoja.

         
--Bueno, Nat. Te veo después. Y por cierto, te ves bien. El azul te va, pero creo que me gustabas más sin ese percing.
          Me alejé  y cuando supe que no me estaba mirando marcharme hice  un hueco entre la      
          multitud y la miré.
          Natalie tenía la mirada perdida cuando levantó su mano y con los dedos se tocó la nariz,
          dónde su argolla descansaba contra su piel. Una nube gris ensombreció su rostro y después
          de unos instantes se dio la vuelta y entró a clases.



--¡Mentira!Exclamo con una sonrisa cuando de repente un Harry perturbado me arranca la hoja de las manos.
 Parece nervioso mientras guarda la hoja entre las carpetas.
--¿Eres escritor, Harry? ¿Y escribiste sobre mí?
Prácticamente estoy saltando sobre la silla mientras sonrío y él parece avergonzado, empezando a acomodar todos los papeles en una carpeta. Me di cuenta de que una de ellas decía NATALIE SCOTT con Sharpie negro. Una carpeta gruesa.
--¡Oh, Dios! ¡Yo soy Natalie! ¡Y se apellida Scott!
Me levanto para intentar tomar la carpeta pero él me aparta suavemente.
--No eres túDice finalmente.
Lo señalo con el dedo.
--Tú no me engañas. Tiene mi sobrenombre y además eso de hecho pasó. ¡Escribiste una escena sobre nosotros! ¡Yo lo sé!
 Cuando me mira, puedo ver claramente que su piel se ha puesto ligeramente roja.
Me tapo la boca y me río.
--Eres como, adorableLe comento, lo que hace que se ponga más rojo.
--Yo no soy adorable.
Ignoro eso y le pregunto:
--¿Y de qué se trata? ¿Sobre espías? ¿Soy una espía?
Sigue moviéndose por la habitación mientras me dice:
--Tú no eres una espía.
--¿Entonces?
--Tú  no eres nadie.
--Deja de fingir.
Deja la carpeta al otro lado de la habitación y vuelve al escritorio por los demás papeles.
--No estoy fingiendo.
Me levanto sin decir ni una sola palabra y tomo la carpeta con el nombre que me corresponde.
--Veamos.
Abro la carpeta y tomo las hojas. Harry se abalanza por ellas pero yo las aparto.
--Ah-ah. No lo creo. Veamos, veamosRonroneo--¿Qué escondes?
--¡Está bien, está bien! ¡Sí eres tú! ¿Ahora puedes dármelos, Ridley?
Sonrío y cierro la carpeta, pero no se lo entrego.
--¿Entonces de qué se trata, Harry, si no son de espías?
Hace una mueca y se acerca más a mi cara.
--De nadaConfiesaTodavía no he hecho nada. Son sólo escenas que algún día usaré.
Sonrío. Mi sonrisa registrada.
--¿Una novela de romance, querido Potter?
No me dice nada, sólo da un paso hacia atrás. Me río.
--¡Oh, vamos! ¡A puesto que escribiste ese beso! Eso te gustó demasiado.
 Y cuando él sonríe lentamente imitando mi sonrisa de “Yo sé mejor”, la mía retrocede al tiempo en la que la de él va apareciendo.
--¿Y qué me dices tú de eso, Ridley?
En blanco.
Así estoy.
Y la sonrisa de Harry se ensancha más y da el paso que retrocedió.
--Que inteligenteObservo, felicitándoloVeo que vas aprendiendo de la mejor.
Se encoje de hombros a modo de respuesta.
--Pero creo que no me gustaMurmuro, lo cual es cierto.
Él sólo sigue sonriendo.
--Creo que estoy aprendiendo sobre tiDice después, con su aliento casi acariciándome la cara.
 Mentas.
Ladeo la cabeza.
--Yo también lo creo. Y no me gusta.
--Demasiado tarde.
 Por una milésima de segundo tengo la impresión de que me va a besar (cosa que no me molesta), y la cosa curiosa es que me doy cuenta de que… lo anhelo.
Pero lo que hace es estirar la mano y tomar la carpeta.
Hijo de…
  Abro los ojos como platos al tiempo que me doy cuenta de que él quería que pareciera que me iba a besar. Para que yo bajara mis guardias. ¡Para tomar la carpeta! ¡En verdad que el desgraciado ha aprendido mi juego!
--BastardoMurmuro por lo bajo, más para mí misma.
 Él me atrapó.
Harry irradia alegría cuando sonríe y saca una limpia y larga carcajada.
--Bueno, si querías un beso, pudiste decírmelo. Ahora me pregunto quién lo pasó mejor la primera vez.
 Me boca se abre hasta abajo y me doy cuenta de que… Él me ganó. Ha sido más inteligente que yo. ¡Se supone que esos eran mis diálogos! ¡Y yo caí! ¡Porque según yo iba a besarlo!
  ¡Y yo en verdad quería besarlo!
--Vete a la mierdaFarfullo y me deslizo a su lado para marcharme.
--¡Oye, oye, lo siento! ¡Ridley!Me toma de la mano y me jala hacia él, me toma de la cintura y me sostiene contra su pecho.
--Mira, túCasi le escupo las palabrasNo sé qué juego estás jugando, pero no me gusta. Y suéltame.
Me suelta y pone las manos en lo alto, como diciendo que se rinde.
--Es una probada de tu propio chocolate, Ridley, sólo eso.
--¡Pero yo nunca intenté eso contigo, imbécil! ¡Nunca jugué estos juegos contigo!
 Baja las manos y parpadean confundido
--Ridley… ¿Exactamente por qué estamos peleando?
--¡Porque yo pensé que me ibas a…!
Una expresión rara cruza por su rostro.
--¿Pensaste que te iba a besar?
--Pues sí.
--¿Y qué tiene?
--Que en verdad lo iba a hacer si tú no hubieras hecho el truco sólo para agarrar la carpeta.
  Cierra los ojos  y luego los abre.
--Y sentiste que estaba jugando con tus sentimientosAclara.
--¡Eso!Suelto, antes de darme cuenta de lo que estoy diciendo.
La expresión extraña vuelve a su rostro.
--Pero tú lo has hecho con todos y no es un problema…
--Es lo que estoy intentando decirte. Nunca lo intenté contigo y no es justo que lo hagas conmigo. Por alguna razón me porto bien contigo.
Y él… sonríe.
--¿Porqué te gusto?
--No, imbécil. Porque te tengo respeto.
 Parpadea.
--Todavía no estoy muy seguro de qué estamos peleado.
--Estamos peleando porque tú has aprendido los trucos que yo no quiero que aprendas de mí. Y los estás usando contra mí, cuando no he hecho nada. Y no es justo.
--¿No es justo porque te gusto?Pregunta con una sonrisa.
Lo empujo hacia atrás.
--Imbécil.
Sonríe un poco y me jala suavemente hacia atrás un cabello que se me ha soltado de la cola.
--Lo siento, Ridley. Todavía no lo tengo en claro.
Farfullo algunas malas palabras.
--Vamos a dejarlo así: Tú eres tú y no usas ninguno de mis trucos, y yo soy amable contigo con lo que respecta a eso. ¿Entendido? Sólo no aprendas más de mí.
--Muy bien, pero no lo entiendo.
  Por supuesto que él no lo entiende, porque la verdadera razón por la cual estoy peleando… Es porque en el interior… Muy en el interior… Él me gusta, sólo un poco.
Me gusta la manera en que sonríe haciendo una mueca, y me gusta cuando se avergüenza y se pone rojo, cuando está nervioso y tartamudea un poco, y cómo a veces parece llevar mi juego aún siendo él mismo. Cómo él siempre intenta razonar conmigo sobre todo y, más que nada… me gusta la manera en la que me besó.
 La verdadera razón es porque en el interior yo quería ese beso.
Y no es justo que hiciera un truco.
  Le doy un golpe en el brazo mientras le sonrío suavemente para que se de cuenta de que estamos bien.
 Media hora después, cuando él me acompaña a casa, cuando caminamos juntos por la calle y me doy cuenta de que me he pasado un tiempo considerable en su casa, me pregunto a mi misma en qué me he metido.
  Y cómo puedo salir.
Pero creo que la pregunta más importante, es, si quiero hacerlo.


-Sthep Stronger.

3 comentarios:

  1. Ohh que mono es Harry xd
    me encanta lo del beso para quitarle la carpeta
    Ojala escribiera dos veces a la semana!!!
    Es que esperar hasta la siguiente se hace web muy duro...

    Besos!

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    Respuestas
    1. Upps se me ha colado web Xd

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    2. Hola, Lectora :)
      De hecho, sí he estado pensando en ello, sin embargo todavía tengo que verlo, porque generalmente publico uno por semana para darme tiempo para escribir, ya que esto no es lo único en lo que tengo ocupado mi tiempo :) Últimamente lo he estado haciendo porque tengo escritos algunos más. Espero sí poder escribir suficientes para publicar dos por semana :)

      ¡Gracias y saludos!

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