martes, 23 de octubre de 2012

Mine, capítulo 46.


 Mine, capítulo 46: “Amor Egoísta”

--Mamá.
Mi madre, quién me ha criado desde siempre, levanta su cabeza rubia y sus ojos oscuros me observan. Y sonríe.
--Hola, cariño.
Pero casi no la reconozo.
--¿Qué pasa?Dice, cuando ve que mi rostro no cambia.
 Me apoyo contra el marco de la puerta de su habitación y la observo mover todos los papeles de su cama para que vaya y me siente con ella.
 Pero no va a pasar.
--Necesito hablar contigo.
Sus cejas se unen.
--Seguro, Lena.Dice, cuando su celular empieza a sonar. Frunce el seño y mira por toda la habitación--¿Sabes dónde está esa cosa?
  Me inclino hacia un lado y suspiro. Sigo el sonido del celular. Lo saco del armario (¡Del armario!) y me acerco para entregárselo.
 Ella lo toma, mirando mi rostro.
--De acuerdo, Lena, dime qué pasa.
 Se sienta en la cama y de nuevo palmea a su lado para que me siente. En cambio me siento en el pequeño sillón al lado de la puerta.
--¿Porqué no me dijiste?Inicio, mirándola a los ojos.
--¿Decirte el qué?
--Oliver. ¿Porqué no lo hiciste?
Su cara se pone pálida de repente y luego adquiere un rojo brillante.
La he atrapado.
--Y no intentes fingir que no sabes de nada de lo que estoy hablando, porque ya es muy tarde. Ya me enteré.
 --Ay, DiosMurmura.
Quiero decirle que Dios no la va a salvar, pero en vez de eso la miro fijamente. Ella se levanta y cierra la puerta, luego se gira hacia mí.
--¿Quién te lo dijo?
--¡Y eso qué importa! ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué estabas pensando?Me levanto  y ella retrocede un paso para darme espacio. Pero eso no me es suficiente--¿Tener una hija con alguien que ya estaba casado y que tenía un hijo? ¡Por Dios! ¡Está mal! ¡Es bajo! ¿En qué pensabas? Y en cierto caso, ¿Porqué no me lo dijiste? ¿Cuál es tu excusa?
  Ella se pone más roja mientras hablo.
--Lena....
--¿Cómo pudiste permitirlo? ¡Cómo me pudiste hacer esto a mí? Es egoísta. ¿Y cómo le pudiste hacer eso a ese niño? ¡Arruinaste su vida! ¿Te das cuenta?--Me pongo una mano en la frente y masajeo mis sientes después--¿Es que te das cuenta de lo increíblemente egoísta has sido?
   Mamá parece reaccionar, pero yo yo ya me estoy marchando, arrastrando mis pies por el suelo, apretando mis dientes para no decir algo de lo que en verdad me pueda arrepentir en el futuro.
--Lena, hablemos de esto.
Me jala el brazo y cierra con la punta del pie la puerta que recientemente he abierto.
--Bien--Me cruzo de brazos--¿Qué tienes qué decir en tu favor?
--¿Quieres tranquilizarte? ¡No me grites! 
--¡No te estoy...!
Excepto que sí lo estoy haciendo.
--Lena, todo lo que  hice lo hice por amor.

 Y de pronto, es como si me hubieran dado una patada en el estómago.
--¿Por amor?--Repito, estupefacta.

Suspira.
--Yo... era jóven. Y estaba enamorada. Él me dijo que se iba a divorciar, y yo....
--Tú le creíste--Termino por ella.

De pronto mi madre parece cansada. Derrotada. Pero estoy suficientemente cabreada para eso.
--¿Cómo es que le crees eso a alguien?--Grito--¿Y cómo demonios, peor aún, puede alguien enamorarse de él en su santo juicio?
  " ¿Y cómo es que fuiste tan estúpida?", pero no se lo digo.
 Mi madre llora.
 Me doy la vuelta y camino por la habitación, arrastrando los pies.
--El amor es ciego, Lena.

--Al diablo con eso.
Esas porquerías del amor es ciego no me vienen. Sin embargo, puedo entenderlo; Mi padre solía ser convincente. Era lindo cuando le convenía, ¡Pero vivió tanto tiempo con él soportándolo una vez que se mostró como era en verdad! ¿Cómo pudo hacerlo?

--Destrozaste su vida--Digo--La de Oliver.
"Y también la mía".

--En ese entonces se sentía como lo correcto.
--¿Cómo es que eso puede ser correcto?
--Las cosas no había funcionado en su matrimonio, y yo pensé que podría empezar de nuevo conmigo.
--¿Pero porqué demonios tuviste una hija?

--Un hijo es una bendición.
--¡Oh, vamos, no me vengas con tus cosas de la Iglesia, porque incluso ahí lo que has hecho es atroz. Tuviste un hijo fuera de matrimonio. Y tomaste la familia de alguien más. Podrían matarte por eso.
--A ver...--Empieza.
Pero yo no he terminado.

--¡No, nada de eso! ¡Se ha acabado! ¡Destrozaste su vida, y también la mía! ¿Es que no pensaste en todas las cosas que yo tendría que enfrentar por tu culpa? Si hubieras, si tan sólo hubieras tenido una hija con alguien más, con una persona correcta...
--¡Las cosas son como son!--Grita.
--¡Por tu culpa! ¡Las cosas pudieron ser diferentes!
 Sacudo la cabeza.
--¿Pero porqué no me lo dijiste? ¿Por qué ocultar el daño?
--¡Quería protegerte!
--¡No! ¡Yo pensé que te estaba protegiendo a ti! ¡Cuando supe de...!--Casi suelto la parte de Cariba, pero como ella no sabe nada de ella, me la salto--... de él, pensé que tu no sabías nada, y que si lo hacías te destrozaría que él te hubiera mentido! Pero tú lo sabías. ¡Pensé que estaba protegiéndote!

--Entonces estamos a mano.
--¡Al diablo! No estamos a mano nada: ¡Yo no comencé esta mierda, fuiste tú!
 Toma aire.
--¡No te dije nada porque pensé que eras muy joven para saberlo!
--¡Tengo 16! ¡Puedo afrontarlo!

   Era mentira. Era una total mentira, pero...
--Pero tú eres mi bebé.
Quiero, desesperadamente, golpear algo.

--Creo que ya es tarde.
 Me doy la vuelta porque ya tuve suficiente, cuando mi madre hace un último intento:
--Pensé que si sabías de Oliver y esa niña estarías destrozada! Quería lo mejor para tí.
 Me doy la vuelta.
--¿Cariba?
--No tengo ni idea de cómo se llama, pero es la hermana de ese Oliver.
Parpadeo.
--¿Cómo es que sabes de ella?
--Me encontré con tu padre un día. Ellos estaban ahí. Todos. Su esposa, su hijo, y la pequeña niña. Era una bebé a penas.
 Aprieto los puños.
--Y no me lo dijiste.
No dice nada.
--¿Sabes que esa niña ha estado esperando por mí desde siempre? ¡Ella me quería! Tú podrías habérmelo dicho. Yo debí saberlo. Tú debiste decirlo. Yo...
   La miro. Me mira. Nos miramos y no decimos nada. Ni una sola palabra en un rato.
--Lo siento. Siento no decirtelo. Siento que las cosas hayan pasado así. Lo siento, mi niña. ¿Puedes perdonarme?
 --No.
¡Uy! ¡Que me sale con esas cursilerías!
  Me levanto y camino hacia la puerta. En mi habitación, me aplico más maquillaje para cubrir las manchas rojas y saco algunas ropas del armario. Las doblo y las meto dentro de una mochila. 
   Al diablo con todo.
 Tomo mi celular y bajo las escaleras rápido, colgándome la mochila en el hombro. Marco las teclas de mi celular.
--¿Luce?--Digo, cuando contesta.
--Hola, guapa. ¿Qué pasa?
  Camino hacia la acera mientras los últimos rayos del sol me ciegan.
--¿Puedo quedarme en tu casa esta noche?
Hace una pausa.
--Claro. ¿Qué pasa?
--Necesito estar un tiempo alejada de mi casa. Las cosas se están poniendo complicadas.
..¿Quieres que vaya por tí? ¿Dónde estás?
--No te preocupes, que yo voy.
--¿Me contarás todo, verdad?
--Seguro.
Pero es mentira. No pienso contarle nada.
--Te espero, guapa--Dice, antes de colgar.
No termino de cruzar la calle cuando el auto de Lucas aparca frente a mí.
  Dios, no puedo lidiar con él ahora mismo.
--¿Vas a alguna parte?--Sonríe.
Pero algo en su sonrisa es distinto.
Él es distinto.
Y no me gusta.
  Lo observo mientras baja del coche.
--De hecho. ¿Qué haces aquí? Se supone que nos veríamos hasta mañana.
 Hace una mueca.
--Tenía que hablar contigo.
--Eres un tonto. ¿No pudiste marcarme al celular?
  Sonríe y niega con la cabeza.
--¿Podemos ir a alguna parte?
--Lucas, tengo que irme ya. En verdad.
Miro hacia atrás, hacia mi casa.
Mi madre me está mirando por la ventana.
--¿Las cosas van bien?--Pregunta.
--Sí. Seguro. Dime lo que tengas que decirme.
 Mira al cielo.
--Lena...
--¿Qué pasa? ¿Es algo grave?
--Más o menos.
--¿Más o menos? ¿Qué pasa? Dime ya.
Mete las manos en los bolsillos.
--Me siento como un imbécil--Dice.
No contesto, sólo espero.
--Vine a decirte algo que he estado aplazando durante semanas: Yo y mi familia nos mudaremos--Hace una pausa--Dios, soy un imbécil. Lena, lo siento. Vine a romper contigo.
       El amor, en cualquiera de sus formas, apesta.


-Sthep Stronger.
Ps: Lo siento, he estado un poco-demasiado deprimida últimamente. Matenme.

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