martes, 16 de octubre de 2012

Mine, capítulo 45.


Mine, capítulo 45. "Jane Austen".

  Tal vez esté frustrada, enojada, herida y mentalmente dañada de por vida, pero eso no significa que no me de cuenta de las cosas que pasan a mi alrededor. Como Lucas.
  Me he dado cuenta de que de pronto está distraído. Tiene un aire ausente cuando usualmente estoy medio corriéndolo de mi casa por decirme cosas tan cursis. Ahora es diferente. Está más callado, más... normal.
 Y eso no está bien.
  Intenté hablar con él una vez. Enserio. Lo intenté. Ahí estaba yo con cara de psicóloga, sonriendo. A lo mejor el también lo notó y se asustó de la nueva yo, pero si lo hizo, no lo dijo.
  Estaba haciendo la tarea que tanta lata me estaba dando mientras Lucas estaba sentado a mi lado. Lo miraba de reojo, porque... ¿Porqué demonios estaba haciendo ahí dejándome terminar mi tarea si lo que era usual en él era que intentara distraerme? No era normal.
  Dejé mi cuaderno y libro al lado y le toqué el hombro ligeramente. Nada. Le di un beso en la mejilla. Lentamente el Lucas normal regresó y me sonrío divertido.
  --¿A qué se debe el honor?
Rodé los ojos y lo empujé suavemente.
--Cálmate. Es que estás un poco ido. ¿Todo va bien?
--Sí.
Después de empujarlo cuando se acerca para besarme, él sonríe y al cabo de cinco minutos está ido de nuevo.
--¿Quieres contarme algo?--Le pregunté, con todo dulce.
 De ese tono dulce que las mamás utilizan para dirigirse a sus hijos de cinco años. Se fijó en mí por unos segundos y sacudió su cabeza. Volvió a intentar distraerme de mis deberes, por quince minutos, antes de que se volviera a ir.
   Suspiro mientras me acomodo el vestido lila. Es de colores lisos, no como el estampado ni el de lentejuelas que Laura tanto me daba la lata para que pusiera. Es uno lindo.
  Hoy es el cumpleaños de Lucas. Voy a su casa, porque su madre me invitó a desayunar allá. Y Lucas no sabe nada porque el muy flojo está echado en la cama dormido.
 Cuando bajo las escaleras, el teléfono suena. Decido que es mejor dejar que la contestadora salte, porque si es la tía Mel, entonces me quedaré en el teléfono para siempre. Así que cuando guardo la cajita, que es el regalo de Lucas en mi bolso, la voz de Oliver llena la habitación.
--Hola--Dice, hace una pausa--Sólo te llamaba porque la pequeña monstruo aquí no deja de preguntarme cuando te verá, y necesitaba hablar contigo... No estoy seguro de lo que estás planeando, si te soy sincero.
  Camino por la sala para tomar el teléfono.
--¿Oliver? Hola.
Una pausa.
--Pensé que no estabas.
--Me estaba yendo.
--Ah. Oye, lo que dije, que no sé lo que estás planeando, es verdad.
--¿A qué te refieres?
--¿Sabes que Cariba anda presumiendo de ti a todo el mundo? Ya trae loca a Scarlet. Y si tú al final decides que no... No te dejaré romper su corazón. ¿Qué pretendes?
   Frunzo el ceño, a pesar de que su tono no es nada acusador.
--No voy a romper su corazón, Oliver. Ya cálmate.
--Lo siento. He estado inquieto. ¿Entonces...?
--Yo... No sé. La vi, y... No sé. No tengo idea de qué voy a hacer, si soy honesta. Pero no pienso romper su corazón. De cualquier manera, creo que exageras. Uno no va por ahí presumiendo de sus hermanas.
--Pues no la has conocido a ella.
Frunzo los labios.
--Pues no.
Lo entiende enseguida; El destino (O bien, llámale como quieras) no me había permitido que las cosas hubieran sido así.
--No te pongas pesada.
--¿Que no me ponga pesada?
Suspira.
--Sí... Tenemos que hablar. Enserio.
--¿Y de qué?
--De la última vez que hablamos.
Aprieto los labios.
--Escucha, está bien. No tenemos que hacerlo.
--No, no está bien. Necesitamos hablar sobre eso.
--Enserio, yo...
--Lena, no seas necia. No puedo no intentarlo.
Vuelvo a apretar los labios.
--Pero...
--Lena.
--Ya, está bien. Está bien.
--¿Cuando estás desocupada?
--¿Qué haces ahora mismo?--Le pregunto, mirando el reloj.
--Nada. ¿Pero no tienes algo qué hacer?
--Tengo como media hora.
   Después nos ponemos de acuerdo para vernos en un café. Y dos minutos después yo estaba yendo a una dirección diferente.
 Cuando llegué, divisé a Oliver inmediatamente. Me senté en la mesa frente a él y sonreí débilmente.
--Te ves linda--Dice.
--Gracias.
Miro mis manos antes de levantar la cabeza y soltarle:
--Escucha, lo que te dije la otra vez..., no me hagas caso. Estaba enojada. Y frustrada. Y creo que hoy en día ya lo tengo superado. Yo estaba exagerando, soy muy buena en eso.
  Sacude la cabeza.
--No es algo que se supera--Murmura--Pero ya te lo dije; Necesito explicartelo. No puedo no intentarlo.
  Lo miro y asiento. Espero.
--Te dije que tenía nueve años cuando supe--Dice, comenzando--Pero para ese entonces yo estaba demasiado asustado y también enojado. ¿Qué podía hacer, caramba? Sólo tenía nueve años. Tenía catorce cuando lo pensé con claridad, me refiero a todo: Tú no tenías la culpa de que las cosas estuvieran pasando de la manera en que pasaban. Era culpa de él. Pero incluso en ese entonces no podía evitar guardarte un poco de rencor--Hace una mueca, y evita mirarme a los ojos--Me preguntaste porqué te estaba pidiendo que formaras parte de la vida de Cariba cuando yo no me había preocupado por formar parte de la tuya. Pero te fuiste antes de que yo pudiera decirte algo--Traga saliva--Y tengo que decirte, honestamente, que sí lo había pensado. Pero las cosas eran diferentes en ese tiempo. La situación entre tu y Cariba difieren mucho. Ella sabe de ti y te quiere; Tú no sabías de mí, y no estaba seguro de que me quisieras en tu vida. Además, ¿Qué iba a hacer? ¿Iba a presentarme en tu casa como tu medio hermano? No lo creo.
   Hace una pausa y niego con la cabeza.
--Yo debí saberlo, de todos modos.
--¿Sugieres que debí ir allí y destruir el mundo que conocías?
Resoplo.
--Pero bien que pudiste haber sacado esa frase de una novela.
En cambio, sonríe.
--Cálmate, que de los dos tú eres la pesada con las frases. Parece que te tragaste una novela de Jane Austen.
Sonrío y le doy una patada por debajo de la mesa.
Ríe, y luego vuelve al tema:
--Ya sabes porqué. No podía arruinarte. Pero de todos modos lo siento.
Asiento y digo:
--Está bien. Creo que al final puedo comprenderte. Sentí algo así con respecto a Cariba, en un instante. Ahora creo que las cosas irán mejor, para ambas. Ahora que lo pienso, que bueno que no lo hiciste; Si mi madre llegase a enterarse que él la engañó y tuvo otros hijos, se moriría.
  La cara de Oliver pasa de la confusión, a una chispa de entendimiento, de algo que parece frustración, y luego resopla.
--¿Qué?--Exigo.
Se pasa las manos por la cara.
--Lena... Mira, no te pongas Jane Austen ahora por lo que te voy a decir, aunque de todas maneras sé que lo harás, pero...
  Levanto una ceja al ver que me está llamando en verdad Jane Austen.
Maldito.
--¿Pero qué?
--Ay, demonios. Las cosas no parecen acabar para tí.
--¿De qué demonios me estás hablando? No te pongas pesado.
--¿Ella nunca te lo dijo?
--¿Decirme qué?
--Ella lo sabía. Sabía que tú tenías un medio hermano. Desde que conoció a tu padre. Quiero decir, al nuestro.


    Llego a casa y me siento en el sillón, mientras respiro entrecortadamente e intento no ser una mujer intensa como Jane Austen.
"¿Porqué?"
Es lo primero que me pregunto.
"¿Porqué?
Pero los porqués son de muchas preguntas que no tienen respuesta.
 A) ¿Porqué mi madre se enrollaría con alguien que está probablemente casado y tiene un hijo?
B) ¿Porqué tuvo una hija sabiendo que no podía estar con ese hombre? Es la peor cosa que podrías alguna vez hacer. No por ti. Si no por la hija. ¿Cómo de egoísta tienes que ser para tener una niña con un hombre que ya tiene hijos? ¿Porqué no pensar en la niña? ¿En todo lo que se tendría que enfrentar en un futuro?
C) Bien, ya. Te enrollaste con un hombre casado y fuiste egoísta teniendo una hija. Muy bien. ¿Porqué no contarle la verdad a la hija? Tiene derecho. Tiene derecho a saber la verdad. A saber todos los sucios secretos. ¿Porqué no contarselo? ¿Porqué ocultarlo?
   Y salir con esas porquerías de "Quería protegerte", no vale. Si en verdad quería hacerlo, no hubiera tenido hijos. Es así de fácil.
 En sencillo.
¿Porqué demonios se tienen que complicar tanto la vida haciendo cosas que no deberían hacer? Como tener hijos. Al menos de esta manera. Es egoísta. Y enfermo.
 ¡Y lo peor de todo es que yo pensaba que la estaba protegiendo a ella!
   Pero ahora no es  momento. Primero, mamá no está en casa para pedirle explicaciones. Segundo, tengo que moverme. Se supone que tengo que ir a casa de Lucas. Tercero, no tengo intenciones de ponerme pesada. Se supone que tengo que ser madura, así que me levanto y me mojo la cara con agua fría para salir al mundo real dónde no puedes quedarte en casa deprimida todo el día.
  Dónde hay cosas qué hacer.
Dónde las cosas que están pasando en verdad no son tan graves. Pero en mi mundo, lo son.
De cualquier manera, levanto mi cabeza y bajo por las escaleras, alisando las arrugas inexistentes de mi vestido.

  --Sthep Stronger.
Ps: Siento no haberla puesto el martes pasado.

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