martes, 31 de julio de 2012

Mine, capítulo 34.



Mine, capítulo 34. "Cristales"

Mi teléfono estaba sonando una hora después de que él se fuera. Pero yo decidí que no quería contestar porque estaba enojada con él por gritárme. Así que dejé que el celular sonara. Después de un tiempo dejó de sonar y pensé que bien y ya se había cansado. Revisé un mensaje de texto de su parte:

                                                           "Hey
                                                          Lo siento"

Cierro el celular me meto bajo las sábanas con un libro en la mano. Observo como el cielo se oscurece poco a poco, y luego cierro los ojos.


Es raro, en la mañana. No hay signos de vida. Nada que me diga que mamá está bajo las escaleras cocinando, o en la regadera, bañándose. Me levanto y me paro en el pasillo para abrir la puerta de mamá. La llamo.
--¿Mamá?
Nada.
Vuelvo a llamarla.
Y nada.
Abro la puerta del baño, cautelosamente.
--¿Mami?
Cuando no obtengo respuesta busco en la cocina. Hay un tazón de cereales ya muy remojados y aguados en la encimera. Ella estaba tomando el desayuno. Los tiro en el bote de la basura y compruebo la hora. Las 9: 39.  Miro por la ventana. El auto de mamá ha desaparecido. Busco una nota en alguna parte. No hay nada.
Que extraño, mamá nunca se va sin dejarme una nota.
 Así que me siento y abro el teléfono para llamarle.
--¿Lena?--Responde.
--Hola, ma. ¿A dónde fuiste? Tus cereales se te pusieron bien guangos. Los tuve que tirar a la basura.
--Lo siento, Lena. Eh...
Se oye perturbada.
--¿Mamá?
--Sí, cariño.
--¿Qué pasa? ¿Dónde estás?
Me levanto y saco un traste limpio para mis cereales.
Hace una pausa antes de contestar.
--Estoy en el hospital, cariño.
--¿Tienes gripe? Me hubieras despertado, te hubiera acompañado.
Asomo la cabeza en la caja de cereal medio vacía.
Los hecho en el tazón rojo.
--No. Yo he venido porque Laura me habló por teléfono...
Busco la leche en el refrigerador.
--¿Laura está enferma?
--No.
Mamá hace una pausa. Derramo la leche en mis cereales.
--Es Ellie.
La leche se derrama en la barra.
Pienso en Lucas, es la vez  que fui a su casa a llorar, que habló de que Ellie estaba en el hospital, recuperándose de viejas heridas. Que me miró de esa manera fría.
Pienso en Lucas, más que nada.
Lucas.
--¿Mamá? ¿Qué pasa con Ellie?
--Me dicen que se cayó y quebró un cristal. Creo que se hizo mucho daño.
Ellie. Lucas. Ellie.
Ellie.
--¿Qué hospital es? Voy ahora mismo.


--¿Qué ha sucedido?
La mayoría de mi familia está sentada en las incómodas sillas de plástico azules. José, Sara, Laura, la madre de Ellie, mamá y Jessie, acurrucada junto con su madre.
¿Dónde está Lucas?
--Se cayó y quebró una de las ventanas grandes. Se le encajaron todos los pedazos de cristal en el cuerpo--Dice José.
Se ve que está asustado.
Mamá me hace lugar en la silla de su lado para que me siente y me pasa un brazo por mis hombros.
Los padres de Ellie y Lucas están asustados.
Jessie está llorando.
Antes de que pueda preguntar algo, la madre de Lucas se levanta.
--Voy a ir a ver cómo está Lucas.
Es como si un ganchillo de mi mente se disparara.
--¿Dónde está él? ¿Está con Ellie?
Sara sacude la cabeza.
--No. A Ellie siguen sacándo los vidrios de su piel, no dejan entrar a nadie. Lucas está con un sedante en otra habitación.
Me le quedo mirándo.
--¿Sedante?
Miro a su madre.
--Tuvieron que sedarlo. Ahora está mi esposo haciéndole compañía.
Parpadeo.
--¿Puedo acompañarlos?
Mamá y Sara me miran como si fuera algo que no debiera preguntar.
--Lena...--Comienza mamá.
La miro. Pero no digo nada aún cuando comienza a hablar la madre de Lucas.
--Claro. Vamos, te lo explicaré en el camino.
Ni siquiera le hecho una mirada a mi familia cuando sigo a esta mujer, que batallo dentro de mi mente para recordar cómo una vez mi madre la había llamado... Tania.
 Cuando estuvimos en un pasillo alejadas de mi familia, me dirijo a Tania.
--¿Porqué está sedado? ¿Qué le pasó? Mamá no me dijo nada sobre él, me dijo sobre Ellie. ¿Cómo es que Ellie cayó?
Estoy nerviosa, estoy muy nerviosa.
--Bueno--Dice la mujer--¿Sabes? Lucas siempre se ha tomado muy enserio el cuidar a Ellie, y es que ella ha pasado por mucho...--Hace una pausa mientras caminamos--Son muy apegados. Fue Lucas quién la encontró. Entró en pánico. Tuvimos que sedarlo.
 ¿Ellie ha pasado por mucho? Nunca me ha contado nada serio de su vida.
Me pregunto qué pasará con Ellie.
No soportaría que le pasara nada.
--¿Ellie se pondrá bien?
Traga saliva.
Me doy cuenta el esfuerzo que supone para esta mujer no llorar.
--Eso espero--Dice simplemente.
La sigo en silencio hasta una habitación. Ella abre la puerta de madera y dentro encontramos a Lucas sentado en una camilla de hospital que luce verdaderamente incómoda. Él tiene la cabeza gacha y su padre está a su lado, sentado en una silla. Lucas levanta la vista con el sonido de la puerta cerrándose y me mira. Distingo la sorpresa en su mirada. Y luego distingo que está intentando ocultarlo. Sonrío por eso.
--Hola, extraño--Bromeo.
Sonríe. Pero a diferencia de las sonrisas que siempre me da, mi sonrisa, esta parece triste. Un poco más apagada. Menos radiante.
 Y eso hace que me sienta mal, como con ganas de vomitar.
--Hola, Ca...
Se detiene.
"Hola, Cariño" Iba a decir. Pero sabemos que no es buena idea. Sus padres están ahí, y tendríamos que dar un montón de explicaciones. Y es que no somos nada, al final. Es sólo una broma que no terminamos de cansarnos de decir.
--...Lena--Termina, corrigiéndose.
Sonrío.
--¿Te tuvieron que sedar, eh?
Veo la aguja en su brazo que conduce a un cable.
--Si. Ya se me acabó.
La madre de Lucas, Tania, pide a su esposo de nombre que no importa cuanto lo piense que no me voy a acordar, pide salir afuera para que "Los niños charlen a gusto"
No soy una niña, pero no me importa que me hayan llamado así. Creo que lo considero más un cumplido, ¿Porqué? Ni idea.
Ellos salen y me siento con Lucas en la camilla enfrente de él, en los pies de la cama.
--¿Cómo te va?
Se encoge de hombros.
--Pues los doctores piensan que bien.
--¿Y qué opinas tú al respecto?
Es una de esas cosas privadas que sé que no puedo tocar, lo sé por su rostro.
Pero es muy frustrante que le he dicho todo lo que no pudo nadie tocar y él...
Aunque ya hablamos de esto.
Sin embargo, abro mi boca.
--¿Es una de esas cosas que no tengo derecho a tocar, no?
Suspira lento.
--¿Vamos a hablar de esto de nuevo?
Agito mi cabello.
Tal vez debería dejarlo pasar.
--Oye... Siento haberme enojado contigo ayer. Y siento no responder ninguna de tus llamadas.
El me mira. Y lo miro, esperando a que acepte mis disculpas.
Pero no lo hace.
--¿No vas a decir algo?
--¿Que quieres que diga?
--No sé. Algo así como "Está bien. Tampoco estuve en mi mejor momento ayer". No sé, creo que es algo que bien contestarías. O algo lindo y un poco verdadero como "Fui un idiota ayer".
 Me encojo de hombros.
Su sonrisa divertida aparece.
La sonrisa que siempre me dedica a mí.
Sé que estamos bien.
--Sí... Lo siento. No reaccioné muy bien ayer.
--Bueno, es más o menos lo que pensé que dirías.
Ríe.
--Pero en parte sigue siendo tu culpa, Cariño.
Mientras me dedica otra vez su sonrisa, aparta un cabello de mi cara. Es como la cuarta vez que lo hace desde que lo conozco. Y aún así me hace sentir... Diferente.
Me obligo a pensar racionalmente.
--¿Mi culpa? Ni siquiera estoy muy segura de lo que pasó.
--Sí. No sueles darte mucha cuenta de lo que sucede. Espero que lo comprendas por ti misma para no tener que decírtelo yo.
--¿A qué te refieres?
Ahora estoy ofendida.
Estoy a punto de cruzar la puerta e irme para siempre.
Y parece que mi rostro lo delata porque me toma del brazo y dice:
--Quédate, por favor.
Y me quedo.
--Lo siento--Murmura.
--Es que no te entiendo.
No contesta. Así que saco otro tema, algo que ya he intentado decir.
--Oye... Ellie. ¿Qué ha sucedido?
--Ella cayó.
Aparta la vista.
--¿Y porqué?
Me mira como si nunca nadie le hubiera preguntado eso.
--¿Porqué?
Asiento.
--Sí, y todavía no termino de entender muy bien porqué perdiste los nervios--Digo tomando su brazo, pasando los dedos cerca de dónde tiene clavada la aguja.
 Se estremece, pero no aparta el brazo.
--Nosotros...
Espero paciente a que me lo diga y suelto su brazo.
Traga saliva.
--Estábamos discutiendo.
Abro la boca y luego hago una pausa.
--¿Y estabas tan enojado que la tiraste por las escaleras?
Sacude la cabeza.
--No. La cosa es diferente. Ella retrocedía y se resbaló. Y luego cayó sobre el vidrio. Sangre... Los vidrios en su piel.
Se detiene.
Y yo no tengo intenciones de presionar.
--¿Cómo está ella?
--No lo sé. He estado aquí desde que llegué. Te digo que esta cosa se está acabando--Dice, palmeando su brazo--Recuperé el conocimiento hace poco.
--¿Te desmayaste?
--No. Estaba en pánico. Tuvieron que dormirme.--Hace una pausa--¿Te dijeron algo de Ellie allá afuera? ¿Por poco que sea?
--¡Si te pregunté a ti porque no sé nada al respecto! Sólo me dijeron que estaban aún quitándole los vidrios o algo así.
Se estremece.
--Tendrá muchas cicatrices --Murmura.
--Estará bien--Digo.
--Tal vez se haya roto algo vital.
--Lucas, detente. Ellie va a estar bien. Estás haciendo una tormenta en un vaso de agua.
Frunce el ceño.
--Tal vez--Murmura.
Le doy un manotazo en la rodilla.
--Cállate, no quiero oír nada de eso. ¿De acuerdo?
Parpadea y luego sonríe.
--Te eché a perder la noche. O más bien, nos la eché a perder. Lo siento.
Es sólo por un segundo que no entiendo lo que dice. Pero entonces recuerdo que se supone que hoy iríamos al cine.
Levanto una ceja.
--De cualquier manera no hubiera pasado--Sus cejas se levantan--¿Recuerdas? Ni siquiera te contesté el teléfono.
Suspira y asiente.
Pienso en que él siempre estuvo ahí para mí , ofreciéndome siempre su apoyo. Y yo quiero hace los mismo por él, así que muevo la cabeza en dirección al televisor viejo en la pared con el DVD debajo.
--Pero siempre podemos rentar unas películas y traer de contrabando unas palomitas... Si tus padres o los médicos no me corren, claro.
Sus ojos se iluminan.
Y me siento muy satisfecha por ello.
--Bueno, muchas gracias.
Pero su voz suena como si estuviera intentando que no se notara.
Sonrío, sintiéndome radiante.
--Bien--Me levanto--Ahorita vengo.
Y salgo por la puerta.
Cuando me reúno con mi familia en la sala de espera, descubro que Sara se ha marchado junto con Laura, ya que estaba cayendo dormida. José tiene agarrada a Jessie aún llorando porque los padres de Ellie están allá arriba con ella.
--¿Y? ¿Alguna mejora?
Mamá sacude la cabeza.
--La durmieron para poder sacarle todos los vidrios. No la veremos hasta mañana.
Después de dos minutos hablándo me marcho.


Cuando llego a la sala de espera con la bolsa de películas y Dulces (Ya que me di cuenta de que olerían la mantequilla hasta china), veo aún a la pobre Jessie llorando.
--¿Qué llevas ahí?--Pregunta mamá.
--Nada. Películas para distraer a Lucas.--José sonríe, como si supiera algo que yo no sé.--¿Cómo sigue Ellie?
--Bien--Contesta José--Va a estar bien.
Asiento y escucho los lamentos de la pequeña niña. ¿Cuanto tiempo lleva llorando? ¿Una hora? ¿Dos?
José la sostiene y acaricia su cabello, pero Jessie sigue llorando. No un llanto tipo berrinche, es más un llanto silencioso, lleno de dolor. Por eso rompe mi corazón.
--¿Jessie?
La niña voltea hacia mí. Sus ojos están tristes, apagados.
--¿Quieres ir con tu hermano?
De repente la niña deja de llorar y me mira. Levanto la bolsa.
--Tengo dulces. Cientos de ellos. Y películas. ¿Quieres venir conmigo y ver a Lucas?
Ella me mira unos segundos y luego mira a José, dudando. Él le sonríe.
La niña silenciosa deja el regazo de José, balanceando su vestido rosa, y toma mi mano. Me sorprende ese gesto, pero intento fingir que no. Intento fingir que no es la manera en la que me tomaría de la mano esa pequeña niña que no conozco. Esa pequeña niña en algún lugar allá afuera que es mi hermana.
Intento fingir que no desearía que las cosas fueran diferentes.
Le sonrío a Jessie y nos dirigimos hacia los pasillos.

Toco la puerta dos veces y luego la abro. Jessie se asoma a la habitación.
--Adivina a quién traje--Digo.
Pero para ese entonces la niña ya está corriendo hacia Lucas. Él la toma y la sube a la camilla. La abraza y le besa la cabeza.
Me sonríe.
--Gracias.
Pero no puedo responderle. Evito mirarlo. Finjo que no sería la manera en que abrazara a esa por allá afuera niña si su camino se hubiera cruzado con el mío desde el principio.
Finjo que nada de esto me afecta.
Pero sé que él puede ver que sí lo hace.
Él siempre puede ver esas cosas.
Sin embargo no dice nada, sólo besa la cabeza de Jessie una vez más, dobla los pies, y me pregunta qué película vamos a ver.
Vuelco la bolsa sobre la cama, enfrente de los pies de Lucas. Los dulces salen volando por todas partes. Jessie sonríe y toma un paquete de gomitas.
--Oye, tú quieres que pase más días aquí, ¿No?--Me dice con burla.
Sonrío.
--Bueno, la el ochenta por ciento es para mí. Pero pienso compartir mi parte sólo con Jessie, no contigo. ¿Verdad, Jessie?
Ella sonríe tímidamente, como siempre hace que está conmigo.
Al final elegimos una de las películas que traje de comedia. Sherlock Holmes.
En casi toda la película Jessie está jugueteando con Lucas ya que no le sigue el royo a la película.
Y yo intento fingir que estoy bien con eso.


Al final me corrieron. Pero fue como media hora después de que terminara la película, así que me dio tiempo de soltar una de mis bromas super inteligentes y hacer que Jessie se relaje cuando estoy cerca. La niña es demaciado tímida...
 Fue entonces cuando me senté en las sillas incómodas después de que Laura me dijera que mamá se fue a casa y que le pidió que ella me llevara. Genial.
 El timbre del teléfono suena.
Dos veces.
Tres.
¿En dónde se metió?
Marco de nuevo.
Dos veces.
Y justo cuando decido enviarle un mensaje, decide contestarme.
--¿Qué?
--Hola, Luce.
Hay una pausa.
--¿Qué pasa?
--¿Porqué no contestabas el teléfono?
--¡Uf! Me estaba bañando para mi cita.
--¿Dejaste a Keller?
--¿Qué? No, ¿Para qué llamaste?
--Ah, nada, ya sabes. Para molestarte.
Ella empieza a decir algo, pero la corto.
--¡No, como crees! ¡Ya sabes que para molestar a alguien tengo a Sara!
Sara voltea hacia a mí desde el otro lado de la habitación y me sonríe. Pero una sonrisa que dice "Eres una maldita", y yo le dirijo otra que dice algo así como "Lo sé".
--¿Entonces?--Dice Luce, al otro lado del teléfono.
--Sólo te quería informar por si te interesaba, que la niña de los tatuajes tuvo un accidente.
--¿La niña de los tatuajes?
--Ellie.
Hay un silencio.
--¿Qué?
Me levanto y camino por el pasillo con el celular en la oreja.
--Me dijeron que cayó y atravesó una de esas ventanas grandes que hay en su casa.
--¿Y está grave?
Me encojo de hombros.
--Me contaron que se iba a poner bien.
Ella empieza a jadear al otro lado de la linea.
--¿Cómo es que tú no pareces afectada por ello?--Me recrimina.
--Para tu información, yo estaba así también. Pero ya te lo dije: Vine aquí y me dijeron que le estaban sacando los vidrios. Se va a poner bien.
--¿Estás en el hospital?
--Sí. Vine a ver cómo está la cosa. Y pensé que tal vez querrías saberlo.
Hay un silencio de nuevo al otro lado de la línea.
--¿Aceptan visitas?
--¿A Ellie? No.
--¿Entonces porqué sigues allá?
Parpadeo.
--Entretuve a Lucas y a Jessie viendo una película.
Ella resopla al otro lado.
--Menudo momento para ligar con tu novio.
--¡Quiero que me devuelvas mi libro, Luce! Tienes que dejar de usar expresiones españolas. ¿Entendiste? ¡Y no es mi novio!
--Vale--Resopla al otro lado de la línea--Voy para allá. Pásame la dirección. Y para tu información, los españoles molan.


-Sthep Stronger.

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